martes, 9 de septiembre de 2008

La nueva Economía Clásica

El modelo de la nueva macroeconomía Clásica se apoya en la tesis del modelo monetarista, encabezado por Milton Friendman, para desde esa base formular un nuevo planteamiento apoyado en dos pilares, la tesis del Equilibrio Continuo de los mercados y la Hipótesis de las Expectativas Racionales.

Las tesis monetaristas, no neoclásicas, mantienen la validez del modelo Keynesiano, a corto plazo, para explicar el equilibrio basándose en que los individuos no perciben de forma inmediata el efecto sobre los precios de una modificación de la cantidad de dinero en circulación por que para eso se necesita tiempo. Es decir, que son sensibles a sufrir una cierta ilusión monetaria lo que demuestra una irracionalidad parcial, debida a un defecto de información de los individuos, aspecto éste de gran importancia.

A largo plazo los individuos son capaces de evaluar adecuadamente el efecto que tiene sobre los precios una variación de la oferta monetaria exógena, por que desaparece la ilusión monetaria y, en consecuencia, determinarán su oferta y su demanda en función a los precios relativos, con lo que se vuelve a las posiciones clásicas.

Este efecto que tiene la variación de la cantidad de dinero en circulación sobre los precios, es el hilo conductor que une las distintas teorías.

En el modelo clásico, las variaciones en la cantidad de dinero se transfieren directamente de los precios, el dinero por tanto neutral.

Mientras que para las tesis Keynesianas posteriores, los precios son fijos cualquiera que sea el nivel de la cantidad de dinero, es decir, el dinero no es neutral.

Para las tesis monetaristas, la moneda no es neutral, a corto plazo, aunque sí a largo plazo.

En conclusión vemos que la Nueva Macroeconomía Clásica sostiene que únicamente se podría afecta el nivel de actividad por medio de políticas económicas imprevisibles, que sorprendan a los agentes. No obstante, se desaconsejaría la instrumentación de este tipo de políticas al considerarse, en primer lugar, que los agentes terminarán “aprendiéndolas”, con lo que dejarían de ser efectivas, y , en segundo lugar, que tenderían a crear inestabilidad en la economía.

Además de reducir al mínimo la intervención gubernamental en la economía al considerarla inútil en el mejor de los casos, cuando no desestabilizadora, creyendo que el sector privado es fundamentalmente estable y que las perturbaciones económicas se corregirían a través de la actuación de los agentes individuales en mercados perfectamente competitivos, con flexibilidad de precios.

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